Todo lo escrito en éste documento
son hipótesis.
Aparentemente existe un gran
salto entre la materia inerte y la materia vida, incluso, entre lo vivo y lo
inteligente. La ciencia ha avanzado un camino difícil pero contundente en el
entendimiento del universo pero aún le falta mucho por recorrer.
Actualmente está comenzando a
entrar en boga el discurso de la interdisciplinariedad de la ciencias, debido a
que se ha vuelto evidente que al profundizar en el estudio de cualquier parte
del universo, las disciplinas que estudian fenómenos cercanos comienzan a
llegar a los mismas conclusiones, tal es el caso de la física y la química a
nivel cuántico, la química y la biología a nivel macromolecular, la biología y
la etnología en la etología. Esto sucede porque la realidad es una entidad indivisible
y el ser humano tiende a dividir los sucesos para su estudio.
Un gran reto actual es la unión de
las ciencias sociales y naturales, y otro aún mayor, es el enlace entre lo
espiritual y lo matemático. La complejidad del trabajo implica un conocimiento
suficientemente basto en ambos. Una analogía al estudio humano del universo, es
la de varios grupos de mineros intentando llegar al centro de una montaña
haciendo agujeros en diversos puntos de la misma, en algún momento se cruzan
los caminos de dos de ellos, pero más importante aún es que se encuentren todos
con el centro de la misma. De la misma manera la humanidad camina hacia un solo
propósito, comprender quien es ella.
El punto crítico en el que se
encuentra la barrera entre una ciencia y otra está en una entidad muy
particular, el ADN. El ácido desoxirribonucleico contiene la información y el
sistema operativo para la construcción de todos los seres vivos conocidos,
incluido el ser humano.
La comprensión del funcionamiento
del ADN se encuentra en la física cuántica, su descripción en la química, su
aplicación en la biología, y sus consecuencias en la filosofía y las ciencias
sociales, la pregunta del millón es ¿Dónde está su causa?
En otras palabras ¿De dónde
viene?, los genéticos son muy soberbios igual que todos los científicos de las disciplinas
exactas al pensar que al conocer algunos procesos para interactuar con el ADN,
ya son expertos en la materia. Lo cierto es que la ciencia es empírica, y
aunque los modelos ideales permiten una aproximación de la realidad, jamás
abarcarán las variables completas, no porque el universo sea caótico, sino
porque la realidad es muy distinta al modelo en cuestión. Con el ADN ocurre lo
mismo, no es una entidad que pueda ser construida y que funcione tal como lo
hace mi computador, los procesos biotecnológicos se asemejan más a un domador violento de
caballos.
Los átomos son muy
conveniencieros, siempre buscan la comodidad, tienes que irritarlos de alguna
manera, sea radiándolos, electrocutándolos, calentándolos o haciéndolos vibrar
con ultrasonido, para que se levante de su lugar y busquen como reacomodarse y
quedar nuevamente cómodos para descansar. Extrañamente algunas estructuras
atómicas como los ARNs tienen una habilidad extraordinaria, aprenden. Suena
extraño pero un virus no es más que un arreglo de átomos de apenas algunos
nanómetros, que permanece inactivo hasta que entra dentro de un huésped,
entonces da órdenes (mediante reacciones químicas), toma el control de los
mecanismos vitales de una célula y finalmente se multiplica, y en el transcurso
del proceso, modifica la información que contiene, muta y se adapta para
sobrevivir, como una respuesta coherente a las circunstancias que lo rodean, “parece
como si fuera inteligente”. De hecho, por definición, si algo, lo que sea,
aprende, es inteligente. Algo no parece estar bien aquí, ¿cómo puede un virus ser
inteligente si es simplemente un conjunto de “cosas” llamadas átomos?
El problema del aprendizaje del ARN
está también presente en todos los seres vivos, en forma de un conocimiento
conocido como instinto. En los animales
se traduce a algo más complejo, que involucra reacciones químicas en su
cerebro, pero siguiendo el rastro llegamos a que el instinto se nutre de información
almacenada en ADN, es decir, el ADN también se comporta como una “cosa” que
aprende, discrimina información y responde coherentemente. El ser vivo puede no
ser inteligente, porque él solo responde a los estímulos con la información que
contiene el ADN, pero ese ADN sí que lo es.
Basta con observar las flores que
atraen a los insectos con el néctar, el hecho es intrigante porque “parece que
a la planta se le hubiese ocurrido generar néctar para atraer al insecto” y un
niño diría “Oh, que planta tan lista”, pero los biólogos saben que esa planta
sólo está actuando químicamente, ¿Dónde está el responsable de ese acto de
inteligencia?, muchos dirían que es la evolución, pero no podemos olvidar que
la evolución es un suceso, desde el punto de vista del paradigma actual algo
aleatorio, y pensar que el hecho de que cambios aleatorios en la planta le
permitieron el desarrollo de esa característica, es ingenuo. Lo explico con la analogía
siguiente, si ocurre un incendio en un edificio con cientos de personas dentro,
y todas actúan aleatoriamente, y con esto me refiero a actuar de manera
totalmente incoherente, como golpearse la cabeza contra la pared, todos morirían.
La posibilidad de que en la aleatoriedad surja una reacción que asemeje un acto
inteligente, es profundamente improbable, y la naturaleza lo hace con una
frecuencia inconmensurable. Si analizamos la evolución como algo
aleatorio, comprendemos que hay un gran
problema.
Tengo una hipótesis que a primera
vista podría parecer torpe o sin fundamentos, pero explica con detalle el
surgimiento de la vida y el proceso de evolución, y si bien es correcta, también
podría desembocar en experimentos interesantes y un nuevo paradigma de las
ciencias naturales y exactas, incluso de las más profundas preguntas filosóficas
incluyendo aquellas que se relacionen con la posibilidad de una supra-conciencia
que todo lo anima.
El ADN posee un tipo de
inteligencia que se expresa en forma de los instintos. ¿Cómo funciona? El ADN
tiene algún medio de almacenamiento de información pre-meiosis, discrimina la
información, la razona y responde, imprimiendo el resultado en sí mismo en el proceso
de reproducción del individuo del cual forma parte, de tal forma que el nuevo
individuo tiene una nueva ventaja con respecto a su antecesor. El individuo
sólo es la armadura, el vehículo y los medios de preservación del ADN, él es quien
manda, quien piensa y quien toma las
decisiones. La comunicación entre el ADN y el individuo fuera del proceso de reproducción
se manifiesta de manera química. En el ser humano por ejemplo, cuando al ADN de
alguien le gustaría reproducirse con el ADN de otro ser humano, inmediatamente
se lo hace saber, el individuo sólo percibe el mensaje como deseo sexual.
La inteligencia del ser humano es
extremadamente similar a la del ADN. De hecho la mayor parte de los seres
humanos viven obedeciendo a su ADN, sus mensajes son bien conocidos como “Buscar
el placer del momento”.
Hablando físicamente ¿Cómo puede
una molécula poseer inteligencia?, desde el paradigma de la física cuántica actual
es imposible. Sin embargo los modelos actuales que estudian las dinámicas entre
las nubes electrónicas de los átomos en una molécula, tienen una gran similitud
con las sinapsis del cerebro humano. Además el comportamiento de los átomos
muestra que tienden al equilibrio cuántico, en otras palabras intentan sobrevivir
y reaccionan de manera específica a diferentes interacciones, “como si supieran
de qué manera acomodarse para encontrar el equilibrio”, es decir “actúan como
si tuvieran información” como si poseyeran instintos. No estoy seguro en qué
nivel inicia, pero dichas partículas, podrían estar regidas por el mismo tipo
de inteligencia que los organismos vivos más simples.
Es posible que el fenómeno de la
inteligencia ocurra con mucha frecuencia en los diferentes universos de tamaños, es decir, no sería una
sorpresa que la galaxia tuviese inteligencia basada una especie de sinapsis en
los fluidos que conforman su magneto-hidrodinámica.
Desde el punto de vista de la
psicología ésta hipótesis permite comprender al instinto. En el budismo el
hombre tiene que vencer al hambre haciendo ayunos, debe dominar todos sus
instintos, esto se traduce a dominar a la inteligencia persuasiva del ADN, la inteligencia
humana debe en éste caso ser superior a la “inteligencia genética” por
denominarla de alguna manera. Definitivamente no cualquiera logra que este
evento ocurra. Los seres humanos viven principalmente del placer del momento y
operan lógicamente para la voluntad de su ADN. Por otro lado el dominio del
deseo como tal es algo inusual y muy ligado a las doctrinas religiosas, ¿Por
qué? ¿Tiene una relación lineal?
Dentro del mismo budismo se habla
de un cambio biológico al conseguir el dominio del instinto. Si fuese cierta
dicha afirmación, podemos inferir que si bien el ADN puede auto modificarse
como resultado de una acción consiente del mismo, y nosotros somos capaces de
domesticar dicha conciencia, entonces, nosotros podemos indirectamente
modificar nuestro ADN. Esto coincide con lo que en varias religiones se
denomina “Iluminación” o “Santificación”. Se trataría de un proceso complejo,
dominar al ADN, modificarlo, y posteriormente éste cambió se traduce a un
cambio a nivel biológico, que es perceptible fisiológicamente. El secreto está
en órgano que facilita la comunicación entre el ADN y nuestra conciencia,
estamos hablando de las glándulas principales, la hipófisis, la pituitaria y el
hipotálamo. Los mecanismos son químicos,
no estamos hablando de una manipulación del ADN mediante hilos telepáticos o
algo por el estilo, sino de algo tangible y susceptible de medición, y no digo
que yo lo haya realizado, porque es una hipótesis, es una invitación a realizar
los experimentos sensatos.
Es un hecho que tenemos millones
de cadenas de ADN idénticas en nuestro organismo, una en cada célula, ¿Cómo pueden
ser cada una inteligentes? ¿Cómo pueden coordinarse? Suena raro preguntárselo,
pero es como se todas actuaran como una, porque, finalmente todas son clones de
una, y eso no significa que haya una original, si no que todas confían en todas
y trabajan en conjunto. En caso contrario se hablaría de una célula rebelde, o
mejor conocida como cancerígena. Finalmente una célula con cáncer es aquella
que se niega a obedecer al sistema endocrino y se reproduce cuando quiere, y
hace lo que se le antoja. Quiero llegar al punto en que, las cadenas de ADN de
nuestro cuerpo, tienen una especie de convenio o conciliación, que se puede
romper. Dicha conciliación traspasa al individuo y se manifiesta en la familia
y en otras entidades sociales.
Las relaciones entre seres
humanos están estrechamente ligadas con sus sistemas endocrinos, con la
liberación de feromonas, es decir, una amistad entre dos seres humanos podría
estar mediada por la inteligencia de sus ADNs y esto es algo también tangible.
En una sociedad ocurren eventos
complejos como el hecho de que un individuo sea líder o sea alguien que sigue
al líder, eventos mediados por el temperamento del individuo, que proviene de
su información genética, es decir, la sociedad humana podría estar tan
influenciada por la inteligencia genética, de una manera más directa y compleja
de lo que podemos imaginar, eso explicaría el racismo y otros eventos
discriminatorios que salen a la luz en los momentos en los que el pensamiento
humano es frágil, como en una guerra.
Concluyo exhortándolos a abrir la mente, a la
posibilidad de que no exista orgánico e inorgánico, consiente o inconsciente, sino que
lo único que realmente existe es inteligencia.
Disculpa que sea metido, vi tu publicación y no resistí las ganas de hechar un vistazo en tu escrito...
ResponderEliminarMe gusto demasiado...
gracias, me alegra mucho, salu2
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