El ser humano tiende a no encontrar sentido a la vida, a temer al futuro y al fin de su existencia. Tiende a sentir que no encuentra el amor, ni el placer, ni un hogar. El ser humano tiende a aburrirse y a cansarse de su vida, a no encontrar nada que lo llene.
El hombre tiende a vivir enojado, o triste, o decepcionado de sí mismo, de su familia, de sus amigos y de su sociedad.
Cualquier persona tiende a perder la calma, la cordura, la salud y la esperanza. A morir viejo, triste y enfermo.
Algunos llegan a sentir que están en un problema tan grande y que la felicidad es tan lejana, que toman la decisión de quitarse la vida. Otros sienten que les han partido el corazón o que su corazón está vacío sin amor y sin pasión.
Ciertas personas no encuentran apoyo, ni salidas, se quedan atrapados en círculos viciosos de sufrimiento, de hambre, de dolor, de venganza, de odio y de rencor.
Si un hombre, cualquiera que sea, aspira ser sano, sentirse tranquilo y lleno, con una vida grata y digna, debe de tener fe en que la vida, sin importar que no lo encuentre, tiene una razón y un sentido, debe tener fe en que la muerte no es el fin, debe saber que tiene todo lo que necesita para sentirse lleno y pleno, debe aprender a dejar ir el coraje y la tristeza para estar feliz, tiene que aprender a confiar en un futuro siempre mejor, a amar a la gente que lo rodea para ser amado hasta su muerte, a ver que no hay problema sin solución y que tiene el poder de resolver todo lo que se interponga en su camino, debe saber que puede amar hasta dar todo de sí y que merece recibir todo el amor del mundo, debe de comprender que la felicidad no depende de una pasión si no de sí mismo, debe de creer que todo el tiempo el universo conspira para apoyarlo y enseñarle las lecciones de la vida, que siempre hay salidas, que siempre existe el perdón, en resumen, si alguien quiere ser feliz, debe de creer en Dios.
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