Cuando estaba en la preparatoria, tendría exactamente quince años, tenía muy poco apego a Dios y a la iglesia católica, tenía bautizo y primera comunión, pero nunca iba a las misas, y de hecho me parecían aburridas, no creía realmente en Dios, pero pensaba que existía la posibilidad de que hubiese algo parecido. Cuando me preguntaban qué pensaba acerca del origen del hombre respondía con diplomacia –Yo creo que Dios creó primero al mono y luego lo hizo evolucionar- Nunca tuve un gran interés en explayarme en el tema.
Fui criado con un fuerte equipaje moral, yo jamás robo, soy honesto siempre que puedo, soy respetuoso de las otras personas, no suelo ofender a nadie, procuro alejarme de la violencia, las malas influencias y la corrupción, en general me gusta hacer todo derecho, mi único problema es decir la verdad, generalmente me gusta ser diplomático a toda costa.
Un día comencé a sentir algo que jamás había experimentado, deseo sexual. Fue muy complicado para mí saber manejarlo. Lo consideraba algo del demonio. Cuando me comencé a masturbarme fue aún más complicado, porque consideraba que era un pecado, y me sentía “malo”, sentía que deshonraba a Dios y a mis padres.
La mente es como una olla exprés, los deseos se almacenan, cuando ocupan el espacio comienzan a generar cierta presión y cuando esta presión es demasiada, te hacen explotar. Así llegué a decir que no me importaba ser un ser del mal, que esa parte de mí era demasiado fuerte. Deseaba conseguir sexo a cualquier costa y me convertí en un obsesivo-compulsivo, todo el mundo estaba valorado en relación al sexo. No conseguí tener sexo de ésta manera.
Intenté ligar y seducir torpemente a decenas de chicas de la preparatoria, de las secundarías e incluso algunas chicas mayores que yo, pero todo terminaba en fracaso y finalmente, debido a que mi valor era demasiado pequeño por no haberlo conseguido, caí en la depresión.
Sentía que era insignificante, estúpido, poco adaptado, en general tenía mi autoestima y mi dignidad por los suelos. Poco a poco me volví neurótico. Ahora que lo pienso me da mucha risa, pero es cierto, al cabo de un año sentía que las mujeres tenían un mundo de complicidad con ciertas reglas, que por alguna razón extraña me excluía, lo más probable es que fuese porque era menos evolucionado que los demás. Me volví un ser muy obstinado y obsesionado, sólo quería sexo, disfrutaba del rose de los cuerpos de las mujeres en los transportes colectivos y lo pedía como deseo en navidad, y a las primeras estrellas del atardecer.
Entonces noté que había algunos chicos que tenían la atención de una gran cantidad de chicas, que se acostaban con ellas, y hacían orgias en sus fiestas, fajaban por toda la escuela y exhibían su sexualidad con las mujeres más bellas de la preparatoria. Sólo había una pregunta en mi mente ¿Cómo ser uno de ellos? Estos personajes se vestían todo de negro, usaban pearcies, tenían tatuajes, cabello largo y oían música que yo consideraba satánica. Constantemente me preguntaba ¿Quiero ser uno de ellos? ¿Será un pecado?
Como mi deseo sexual era tan grande decidí que no me importaba convertirme en un ser del mal, si así podía obtener lo que tanto deseaba. No recuerdo de qué hablaba con ellos, sólo que me sentaba a oír sus pláticas, acerca de sus bandas de rock y los personajes de las películas que les gustaban. Por alguna razón les agradé y me invitaban a sus fiestas, a sus salidas, a escuchar como tocaba su banda (Tenían una banda de rock gótico). Y yo aprendí, me compré ropa negra, encontré algunos grupos de entre los que ellos escuchaban que agradaban mi oído, pero no rompí ciertas reglas que yo mismo definí, nunca perforé mi cuerpo, ni tomaba, ni fumaba, ni me drogaba. Yo sólo quería sexo.
Al pasar de unos meses una chica que anteriormente me había rechazado, ahora me buscó, salimos, fuimos novios un mes y al fin conseguí lo que tanto anhelaba, y fue horrible. No sentí nada, no pude eyacular, no encontraba nada de lo que imaginé. Lo hicimos varias veces y siempre era lo mismo. No había placer. ¿Por qué? ¿Tenía algo mi cuerpo o mi mente?
Uno de los chicos góticos con quien salía, cierto día intentó me reveló varias cosas muy interesantes. Me contaba que las personas debían ser tratadas con desprecio, que a la mayoría les gustaba sentir que los humillen, más a las mujeres. Que nunca dejará que nadie me dijera que hacer, que todo se hacía sólo por placer y que ignorar las críticas era la mejor manera de ganarse al crítico. Me contaba que él podía manipular a las personas, para que hicieran lo que él quería, y que gustaba que yo fuese su aprendiz. Yo acepté.
Lo primero que debía aprender era a desprenderme de mis valores morales, porque no tenían fundamento, ¿Qué caso tiene tolerar a las demás personas? ¿Por qué no hacerlas sufrir? Al fin y al cabo que eso es lo que disfrutan, el sufrimiento. Había que destruir a las personas como más les dolía, hacerlas pelear entre sí, meterlas en problemas, en vicios y en lugares peligrosos, reírse de su sufrimiento y al final, ellos te amarían.
Todo mi equipaje moral se sacudía, debía haber alguna razón para ello, pero él destruía todos mis argumentos. –Robar no puede ser bueno, ¿Qué caso tiene si no se necesita?- replicaba yo, -Tómalo, disfrutar del sufrimiento ajeno es lo más divertido, y nadie se dará cuenta ¿Por qué no?- Decía él. Y yo le daba vueltas y no encontraba una razón. Por un lado si Dios no existía, creo que no había ningún motivo. -¿No sentirás culpa?- respondía, -No, la culpa es lo que te enseñaron tus papás, ¿Para qué sirve la culpa?- Respondía. Él me explicó que la sociedad era algo falso, que las personas eran idiotas y por eso lo sostenían, pero que todo era sólo apariencia, por eso hay incesto, violaciones, secuestro, robo, tortura y asesinatos, porque la moral sólo está fundamentada por la sociedad, y ésta era sólo una mentira, y todos los saben. Lo más divertido es pasarse la moral por los huevos, liberarse de los tabúes y las mentiras.
Una frase me sirvió mucho en ese momento, creo que la vi en una película de Harry Potter, “El mal es el camino más fácil, y encontrar la diferencia de éste con el bien es una franja delgada y difícil de visualizar”. Me preguntaba si no estaba cayendo en el mal, si no había un truco en sus palabras. Otra frase me resultó muy interesante “La principal artimaña del diablo es hacerte creer que no existe”. Yo había leído libros de superación personal, pero nada servía ahora, todos sus argumentos eran lógicos, hacer lo que él decía me permitiría alcanzar el placer más fácilmente. Una corazonada me decía que debía haber algún truco.
Entonces pensé en otra hipótesis: Que pasaría si el bien y el mal si existían, si había una verdadera razón para evitar lo que él me decía y mi mente aún era muy ignorante para darme cuenta. Supuse en que ambas ideas podían ser correctas, si bien no había ningún Dios debería comenzar a tomar y a fumar, a hacerme perforaciones y convertirme en uno de ellos, pues lucía muy convencedor, pero si no podía probar que Dios no existía, entonces ¿Por qué arriesgarme?, tal vez debía de esperar a juntar más información para poder tomar la decisión de elegir el supuesto camino del mal.
Comencé a leer la biblia y a investigar hacer de la iglesia de la que tan mal me habían hablado. Me decían testigos de jehová, mormones, gnósticos, adventistas y ateos que me alejara de ése lugar, que era un lugar donde le lavaban la mente a las personas estúpidas. Me contaban que la iglesia predica que des todas tus riquezas a los pobres y sin embargo ellos tenían el dinero para acabar con el hambre del mundo y no lo hacían. Me contaban que la iglesia asesinó y torturó personas durante la inquisición y que era un organismo de poder. Por otro lado otras sectas religiosas me invitaban a ir a sus reuniones. Yo acepté, llegué a reuniones de varios templos. Pero ninguno me convenció. En los templos ayudaban a las personas que se sentían muy presionados por sus problemas, les decían que los contasen, y luego los convencían de que Dios los ayudaría y siguieran el camino del bien para encontrar la vida eterna. En la iglesia te regañaban, te decían que eras un hombre pecador y que tenías que ser santo para alcanzar un lugar en los cielos con Dios.
Yo sentía que mi deseo sexual y mis ansias por masturbarme eran tan potentes que jamás podría liberarme de ellos, y por lo tanto todas las religiones me condenaban. Aun así yo quería respuestas, ¿Qué pruebas hay de que Dios existe? ¿Qué es el bien y el mal? ¿Por qué existe el mal? ¿Por qué sentía tentación por el sexo? ¿Era el único que no podía contenerse?
La iglesia y la biblia no me daban respuestas, me decían que tenía que aguantar las ganas de tener relaciones hasta el matrimonio y dejar de masturbarme. Pero yo ya sabía que no podía y me preguntaba ¿Estaré condenado a ir al infierno? ¿Será que hay seres que no nacen para el bien y yo seré uno de ellos?
Los días se llenaron de angustia. No podía resolver nada y siempre estaba en depresión. Mi relación con la chica con quien tenía a menudo relaciones se terminó. Ya no quería seguir pecando, pero no encontraba una solución. Acepté que siempre me masturbaría y que si eso me dejaba fuera del cielo, ya no me interesaba estar allí, porque yo estaba condenado.
Me obsesioné por buscar información acerca de Dios, quería saber en cuanto antes si existía o no, para que buscara la santidad o en caso contrario regresará al grupo de personas que buscaban siempre el placer sexual.
Me alejé de ellos y seguí persiguiendo el sexo, quería hacerlo con otra persona, descubrir si era mi mente o mi cuerpo lo que estaba atrofiado y no me permitía sentir placer, porque jamás había eyaculado en una relación sexual. Nuevamente salí con varias personas y terminaba alejándolas de mí cuando detectaban mi obsesión.
Alguien alguna vez hizo una analogía de la iglesia con la mitología griega, me dijo que así como las personas de aquí adoraban a Dios y a los ángeles, otros en el pasado adoraron a otros Dioses, que la fe estas personas se basaban en el mismo tipo de convencimiento. Entonces mi atención se centró en la mitología. Estudié ligeramente la mitología egipcia, nórdica, griega, y las creencias de los gnósticos basado en la misma perspectiva, estudié la biblia como si fuera un libro de mitología. Encontré muchas analogías. Descubrí que todo se basa en la autosugestión de las personas, las estructuras de los templos, los cantos, la simbología, los rituales, todo está hecho para autosugestionar.
Sin embargo tenía una corazonada, hice una nueva hipótesis, ¿Qué pasaría si efectivamente Dios existe y también el mal pero las iglesias y las religiones están influidas por el mal, que retomó la palabra de Dios para dominar a las personas y así cuando las personas se dieran cuenta, se alejarían de Dios y cuando no lo hicieran caminarían bajo las sombras del mal? Sería un plan perfecto para alejar al mundo de Dios, apropiarse de la iglesia. ¿Cómo podía creer que Dios no existe si no puedo comprobar que ésta hipótesis es falsa?
Me di a la tarea de averiguar si es verdad que Dios y el mal existen, y si es posible que la imagen de Dios esté difamada por el mismo diablo.
La tarea se convirtió en más difícil de lo que imaginaba, pero todo encaja perfectamente, los valores morales están sustentados por la sociedad, que está enferma, Dios está conectado a la iglesia que estaría en manos del mal, por lo tanto el mal está en casi todos lados y los que seguirían realmente al bien tendrían que darse cuenta de todo esto, que coincide con lo que dice la biblia en algunos fragmentos, el hecho de que los santos sean inconmensurablemente menos que los condenados.
Ahora encontré otro lugar en el cual podría resolver mis dudas, la ciencia. Muchos científicos son ateos, ¿Será que ellos tienen pruebas de que Dios no existe?, debía volverme científico para averiguarlo y apuntarle directamente a aquello en lo que yo creía que estaba la respuesta, en la genética y en general, en la biología, tal vez en la neurología. Si entendía cómo funcionaba la vida, cómo funciona el ser humano, y descubría que efectivamente la vida surgió de manera natural como lo es llover o la gravedad, entonces, Dios no existiría y terminaría mi búsqueda.
Cuando entré a la universidad, elegí Biología, precisamente para encontrar la respuesta acerca de Dios. Grande fue mi sorpresa al descubrir que los científicos ni siquiera podían definir que es la vida. Rápidamente investigué sobre lo que mi interesaba. Llegué a la conclusión de que la vida depende de sus componentes más fundamentales, las enzimas, que son conglomerados de átomos muy complejos, que leen y clonan al ADN, absorben los materiales que necesitan, construyen y mantienen funcionando la célula, permiten la comunicación intercelular dentro de un ser vivo complejo, y organizan la construcción, desarrollo y funcionamiento del ser humano. La pregunta del millón es ¿Tendrán esas enzimas un funcionamiento natural y cuál será? O será que son inteligentes y se comportan como pequeños hombrecitos organizando todo de manera consciente, no comprendía como podían esas cosas hacer todas esas funciones de manera automática.
El misterio se transportó a dos puntos, al origen del ADN y al funcionamiento de las enzimas, y éste último se fue hacia la física cuántica. Me decepcioné mucho cuando supe que nadie tenía idea del origen del ADN y que nunca adquiría los conocimientos necesarios para conocer la física cuántica.
En algún momento tomé la decisión de cambiarme de carrera, a una donde casi todas las materias son físicas. Yo debía averiguar si Dios existía o no, así que me propuse conocer la física cuántica. Tuve la oportunidad de investigar muchas cosas, entre ellas el hecho de que las fórmulas para poder comprender el funcionamiento de una enzima requieren una supercomputadora muy potente que aún no existe.
También averigüé que el misterio del funcionamiento se transporta a los campos de fuerzas en las partículas subatómicas, de las cuales sólo saben que existen pero no el porqué, ya que esa pregunta se la atribuyen a la filosofía.
Caí en cuenta entonces que jamás podría averiguar que Dios no existía mediante la ciencia, ya que había demasiadas preguntas y más aún por recorrer.
Elaboré una nueva hipótesis, ¿No será que la ciencia aún tardará mucho en descubrir a Dios y sin embargo existen otras maneras de contactar con él?
Le pedí a Dios que me enviara pruebas de su existencia, pero luego pensé ¿Cómo sé que no será la autosugestión la que me hará ver pruebas que no existen? ¿O será que si recibiré las pruebas? Recibí ciertos mensajes en forma de coincidencias, de personas que me hablaban exactamente de lo que yo había preguntado sin que mencionara el tema. Nunca sabría la verdad, si es coincidencia o es mi necesidad de encontrar una prueba la que me llevó a pensar que son la respuesta que esperaba.
Y finalmente me pregunte ¿Cuál es mi propósito? ¿Qué es lo que realmente estoy buscando?
Medité varios meses.
Finalmente comprendí que el ser humano simplemente busca ser feliz. Después de eso comencé a buscar la felicidad, ya no a buscar a Dios. Pero después de mucho pensar comprendí que la fe en Dios era necesaria en muchos aspectos para encontrar la felicidad. Me hice preguntas tales como ¿Cómo puedes ser feliz si guardas rencor? ¿Y cómo puedes no guardar rencor si no confías en la justicia divina?, ¿Cómo puedes vivir feliz temiendo a la muerte? ¿Cómo puedes no temer a la muerte si no crees en la vida después de la muerte?
Entonces decidí buscar a Dios en otro lado. Ya no en un templo, ni en la mitología, ni en la ciencia, si no en la felicidad. Hice una última hipótesis ¿No será que el ser humano debía darse cuenta que desea ser feliz y que necesita a Dios para ello? ¿Será posible que ése sea el verdadero camino por el cual yo estaba destinado a encontrar a Dios?
Borré todo lo que creía de Dios de mi mente y comencé de nuevo, pero ahora, buscándolo como el dador de felicidad. Finalmente conocí dos tradiciones más que me complementarían, la alquimia y el budismo. Ambos te hablan de la búsqueda de la felicidad, así que simplemente tomé aquello con lo que estuve de acuerdo y armé mi propia cosmovisión de Dios. Una cosmovisión que me permite sentirme feliz y que me permite crecer como persona, que camina de la mano con la superación personal y con mensajes del cristianismo, budismo e incluso del cábala.
Ahora no puedo negar a Dios, porque con él me siento tranquilo, feliz y disfruto del sexo. Porque la búsqueda de la felicidad resolvió toda la culpa, la obsesión, la depresión y la psicosis que llegué a sentir. Ahora sé que no me conviene alejarme de Dios.