El personaje al que me
refiero en éste texto no existe, no representa resultados de estadísticas, no
posee pautas culturales de la población media y no es un documento de carácter
objetivo, simplemente siento que debo escribir acerca de éste ser.
El hombre promedio no
es libre, es un esclavo de su manera de vivir y de pensar, obedece a los
intereses de los hombres más perversos y más inteligentes.
El hombre promedio es
un ser desinteresado de lo que le pase a las demás personas, no le interesa la
política, ni las ciencias, ni las artes, ni nada que incumba su pensar.
El hombre promedio es
ignorante de que su vida es importante para alguien, y a él mismo no le importa
su vida como tal, sólo su ego.
El hombre promedio
contamina su planeta, contribuye a aumentar la pobreza y el hambre del mundo,
hace todo lo que los comerciales le dicen que haga, cree todo lo que la
televisión le dice que crea y busca la manera de sacar provecho de los demás y
robar, es muy codicioso, lujurioso, tiene gula, soberbia, indiferencia y perversión en todas sus maneras. No cree en
Dios realmente, pero algo en su interior hacer que crea que es posible que
exista.
El hombre promedio es
profundamente infeliz y siempre está cosechando vicios y deudas del ayer porque
nunca piensa en el mañana.
El hombre promedio
guarda mucho rencor, mucha envidia, mucho odio y mucha culpa. Vive enfermo por
su estrés y su tristeza y no hace nada para mejorar su salud.
El hombre promedio va a
las plazas comerciales a comprar su comida, busca ropa que sea o parezca fina,
mira a las mujeres con lujuria y desea tener relaciones con ellas porque no
conoce el amor.
El hombre promedio está
casado con la mujer promedio y forman una familia promedia con sus hijos
promedios. Dentro de la familia promedia los hijos no tienen importancia, no
existe un cariño real porque todos están allí por que están obligados por un
ente maldito denominado responsabilidad.
La mujer promedio habla
de cosas vanas o critica la vida de los demás, repiten las cosas que escucha
como un repetidor, no piensa realmente y lo único que le importa es su imagen
social, en el interior sufre mucho y la mayor parte del tiempo está pensando
que no está en el lugar adecuado.
Los hijos pequeños promedios
son esclavos de los videojuegos, el anime, las caricaturas, el cine basura y la
comida chatarra. No les importa la escuela y no hacen la tarea. No quieren ser
nada en la vida, sólo quieren divertirse y disfrutar de la flojera.
Los hijos mayores
promedio solo piensan en sexo, y ocasionalmente en videojuegos y todas las
demás cosas que les interesan a los hermanos menores. No tienen planes en sus
vidas y les gusta mucho el dinero, sólo quieren ver cómo poner a trabajar a
otro para que haga sus deberes y por dentro sienten que nadie los quiere.
Las hijas mayores
promedios sólo piensan en ropa, zapatos, modas, cantantes y sexo. No existe
nada verdadero en sus vidas, sólo son apariencia social. No les interesa nada
en el mundo realmente más que ser populares.
Las personas promedio
no tienen esperanza, ni bondad, ni amor, ni respeto a nada. Ellos están
podridos hasta el corazón.
El hombre comedio nunca
reconocerá que es tal.
Me gustó mucho. Extrañaba ese realismo tuyo, el escritor promedio no es tan honesto al expresarse, porque más que expresar sus ideas busca agradar al lector. Un abrazo, continua escribiendo y compàrteme tus nuevas creaciones :) te amo amigo!
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