Nuestras almas nacen como núcleos de oro, talladas por las manos del mismo Dios. La vida actúa como las olas del mar, bañándolas de dolor y de ideas pervertidas, ola a ola, día con día. El núcleo va quedando lentamente enterrado en una capa de porquerías, y desde muy debajo de esta toma las decisiones humanas, que nos permiten amar, ayudar y admirar la belleza de Dios en cada persona del mundo y en cada grano de arena, pero la mugre que se nos ha adherido también toma decisiones. Está llena de complejos, temores, envidias, venganzas y odio. Trata de hacernos creer que no está allí, que seguimos siendo aquel núcleo de oro, pero cada vez que nos sentimos heridos o que tenemos la oportunidad de herir a alguien y conseguir algo a cambio, su voz se hace sentir. Es brillante, y solo con su voz nos puede encadenar para siempre.
Hoy me habló Dios y me dijo -Limpia tu alma-, y sé que debo quitarme de la cabeza todas las ideas que ensucian mis desiciones.