Una antología de ideas, poemas y reflexiones escritas por Carlos Omar Gellida Coutiño
xibalba
viernes, 5 de noviembre de 2010
Fragmento, Yo abrí la puerta, Carlos Omar
ahora no salió un monstruo, si no un hombre, se miraba viejo y desgastado, y sus ojos no eran rojos ni azules, más bien eran purpuras, peligrosos como los de un tigre, y en concorde con sus ojos vestía el traje de un rey, un manto purpura y grueso lo cubrían de cuerpo entero y bloqueaban a mi vista los agiles movimientos con los que se acercó tan rápido a mí, como lo hubiera hecho aquel dragón, mi corazón dio un brinco, pero me puse de pie en un salto, y vi a aquel anciano de frente y a escasos centímetros de mí, contemplé que sobre su cabeza llevaba puesta una diadema de oro, y en la diadema había un símbolo, era una cuna y en ella descansaba una rata y un ave, entonces el habló y mi vista se concentró en su rostro, tenía unas facciones algo familiares, se parecía a… no lo recuerdo en este momento; me concentré en su vos, el me dijo “únete a mí, ve a mi trono y llévame una estrella, yo te perdonaré y ofreceré mi derecha para que compartamos la eternidad”, enseguida estiro su mano derecha y me tendió en señal de gratitud, pero pronto miré sus ojos, y comprendí que aunque parecía un hombre, no lo era, era más bien un demonio, esperaba a que yo bajará mi guardia y seguramente me devoraría, o algo similar, enseguida retrocedí 4 pasos y me empecé a alejar con desconfianza, pronto su rostro se llenó de ira y sus facciones y comprimieron tanto que su apariencia empezó a verse más como la de un cocodrilo, abrió su boca llena de afilados dientes, y habló con una voz tan gruesa como 100 voces y tan potente que sus palabras se quedaron en mi cabeza para siempre, dijo “regresaré por ti, vendrás con migo, y te sentarás a mi lado para gobernar, aunque lo tengas que hacer muerto” pronto caí.
Fragmento de la novela "La leyenda de los siete", Carlos Omar Gellida Coutiño"
Lo ví llegar por ultima vez; esta vez aún no ocurría la tragedia. Gemí impotente cuando la inteligencia en mí me hizo ver que ese futuro era la unica salida, el devía de morir ahora o nunca mataríamos al Gran Amo; recordé de nuevo la escena en mi mente, él moriría. Escuché las palabras de Ídris que Kadar me contó
-“El tiempo ya ha pasado y ahora la guerra está muy avanzada para que se le pueda parar, pero los señores pueden viajar a la dimensión de los espíritus y los genios y terminar sus conflictos con el sacrificio que todos esperan”-
Él es quien deve sacrificarse; estaba predestinado desde el principio, mi amor deverá morir. Observé como se bajó de Ruastra su pegaso, guardó su escudo en la espalda de su armadura y envainó la espada de Miguel que ahora le pertenecía; caminó con sus pasos potentes y frios como siempre y llegó hasta donde estaba yo, miró mis ojos y yo los suyos, hermosos como obscuro cielo, y me besó con tan profundo sentimiento que mi alma se desprendió de mi cuerpo y cayó de espaldas al suelo.
-“El tiempo ya ha pasado y ahora la guerra está muy avanzada para que se le pueda parar, pero los señores pueden viajar a la dimensión de los espíritus y los genios y terminar sus conflictos con el sacrificio que todos esperan”-
Él es quien deve sacrificarse; estaba predestinado desde el principio, mi amor deverá morir. Observé como se bajó de Ruastra su pegaso, guardó su escudo en la espalda de su armadura y envainó la espada de Miguel que ahora le pertenecía; caminó con sus pasos potentes y frios como siempre y llegó hasta donde estaba yo, miró mis ojos y yo los suyos, hermosos como obscuro cielo, y me besó con tan profundo sentimiento que mi alma se desprendió de mi cuerpo y cayó de espaldas al suelo.
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